
Acabo de leer el artículo “Geoffrey Hinton, precursor de la IA: “El avance de la inteligencia artificial tendrá como consecuencia el avance del fascismo en nuestra sociedad” y ay, ay, ay… Otro titular de esos que intentan meter miedo, como si la IA viniera con un puñal en la mano y un bigote sospechoso. Geoffrey Hinton, que sabe un montón de IA, nos dice que esta tecnología nos llevará directamente al fascismo. ¡Directamente! ¡Pim-pam! Mira, eso no es un argumento, es un viaje en el tiempo a las tertulias de barra de bar, donde todo lleva inexorablemente al fin del mundo.
De entrada, esta manera de coger científicos seleccionados y convertirlos en oráculos de la verdad absoluta es tramposa. No porque Hinton no sea un crack, sino porque la ciencia va de evidencias y debates, no de titulares apocalípticos. Esto es como si un médico dice que comer brócoli provoca psicopatías y de repente todos tiramos el brócoli a la hoguera. ¿Y los otros expertos? ¿Y los matices? Ay, los matices… esos grandes olvidados cuando se quiere instalar el miedo. Pero claro, el miedo vende. Siempre ha vendido. Un buen titular catastrofista tiene más clics que un análisis con dos párrafos de contexto.
El discurso del miedo es un recurso demasiado viejo y demasiado efectivo. “¡La IA traerá el fascismo!” Vaya, antes era la televisión, luego internet, después las redes sociales… Y ahora, la IA. El problema no es la tecnología, es cómo la usamos y quién la controla. Porque, perdona, pero el fascismo no necesita IA para avanzar; con cuatro mentiras bien dichas en la tele y la prensa y unos cuantos que compren el discurso ya tienen suficiente. De hecho, si analizamos históricamente cómo han llegado los regímenes totalitarios al poder, nos daremos cuenta de que la IA ni estaba ni se la esperaba. Hitler no necesitaba ChatGPT para engañar a la gente, ni Franco tenía un bot de Twitter para manipular opiniones. La propaganda siempre ha sabido encontrar su camino, con o sin algoritmos.
Lo más curioso es que artículos como este terminan generando exactamente lo que pretenden denunciar: desinformación y manipulación. Nos dicen que la IA generará discursos sesgados y servirá para controlar a la población, mientras ellos nos meten miedo con una narrativa apocalíptica sin muchas pruebas sólidas. Y al final, lo que consiguen es que la gente, en lugar de informarse y entender la IA, la evite o la tema irracionalmente. Y ahí es donde ganan los de siempre, porque una sociedad asustada es una sociedad fácil de manipular.
En lugar de ir con este discurso de “preparaos porque viene el hombre del saco digital”, quizá sería más útil hablar de cómo regulamos la IA, cómo la educamos y cómo la usamos de manera responsable. Porque si no, el debate se queda en un miedo irracional, como aquellos que pensaban que la radio hipnotizaba a la gente y los hacía votar mal. O como cuando decían que los videojuegos convertían a los niños en delincuentes. ¿Y qué pasó? Nada. Bueno, sí, ahora tenemos e-sports y gente que gana millones jugando al Fortnite.
Quizá, en vez de asustar a la gente, deberíamos enseñarles cómo funciona esta tecnología, cómo se puede usar para evitar la desinformación y cómo, si se usa con cabeza, puede ser más un escudo que una amenaza. Pero, claro, eso no genera clics ni titulares espectaculares. Mejor decir que el mundo se acaba por culpa de una simple herramienta, ¿verdad?
Esta obra tiene la licencia CC BY-NC-SA 4.0




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