
Acabo de leer el enésimo artículo periodístico sobre los terribles peligros que se esconden detrás de la aviesa IA. Ufff… qué clásico. Otro artículo con aroma a “Black Mirror” de supermercado y con un titular más propio de un episodio de Iker Jiménez que de una sección cultural seria. “¿Sobrevivirán la política y la democracia a la IA?”… venga, por favor, calma, respiremos todos. No es Skynet, es ChatGPT.
Empezamos por el tono apocalíptico: hablar de la IA como si fuera una amenaza existencial para la democracia suena muy épico, muy distópico y muy bien para generar clics —pero cero rigor. Este tipo de discurso juega a un doble juego: disfraza de debate filosófico un miedo infundado que no concreta ni un dato empírico, pero que coloca a la IA al nivel de peligros como una guerra mundial o la extinción de la moral humana. Total, que un algoritmo que te sugiere recetas de cocina o te ayuda a corregir redacciones de alumnos ahora es una amenaza para la soberanía popular. Venga ya.
Pero lo mejor es la paradoja brutal que plantean: tenemos que protegernos de la IA… pero también hacerla más cercana, más inclusiva, más transparente, más ética. Traducción: “la IA es mala pero quizás no tanto si la controlamos nosotros (aka los filósofos y tertulianos del momento)”. Con una mano generan alarma, con la otra se posicionan como guías morales. Todo muy honrado. Y muy cómodo, también.
¿Y qué pasa con los miedos reales? ¿Es más peligrosa una IA que no sabe escribir un haiku decente que, yo qué sé, el genocidio en Gaza retransmitido en directo e ignorado impunemente por los buenos países occidentales? ¿O la escalada militar con IA integrada en sistemas de drones asesinos? ¿O quizá el hecho de que las generaciones futuras van a tener más microplásticos que ideología política en el cerebro? Pero no, vamos a rasgarnos las vestiduras porque ChatGPT podría influir en tu voto. Como si el voto no estuviera ya contaminado por décadas de propaganda mediática, lobbies, fake news y titulares igual de sensacionalistas que este.
¿Y la guinda del pastel? El discursito velado de elitismo: “la gente no sabe decidir bien, así que cuidado con la IA que puede manipularla”. Pero ¿quién decide qué es manipulación y qué es “influencia aceptable”? ¿Los autores de estos artículos? ¿Los tertulianos de prime time? ¿Los filósofos de sofá que dicen “racionalidad algorítmica” con voz grave mientras ignoran que la IA no tiene ni raciocinio, ni contexto, ni agenda política? Por favor.
Este artículo no es un análisis, es un ejercicio de literatura distópica disfrazado de reflexión. Es más una invitación a tener miedo del futuro que a entenderlo con criterio. Si quieren salvar la democracia, podrían empezar por exigir transparencia a las élites políticas, revisar quién controla los medios, y dejar de vender miedo en forma de artículo cultural.
Porque si tenemos que elegir qué debería darnos más miedo hoy, quizás no sea la IA. Quizás es que nos estamos convirtiendo en consumidores de artículos como este mientras el mundo real se hunde entre bombas, incendios, inundaciones y algoritmos diseñados… para maximizar clics.
Imagen generada por el autor con Midjourney.
Esta obra tiene la licencia CC BY-NC-SA 4.0




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