
La IA ya no es cosa de ciencia ficción: escribe textos, compone canciones e incluso cuenta chistes (con resultados discutibles). Pero la gracia no está en ver qué puede hacer la máquina, sino en cómo podemos hacer que baile a nuestro ritmo.
Eso es lo que propone este reto: utilizar una herramienta de IAG —ChatGPT, Gemini, Claude, Deepseek o Copilot— para responder una pregunta real de una forma absurda, poética o directamente disparatada.
Algunos ejemplos que sacan una sonrisa:
- “Explica la Crítica de la razón pura de Kant como si fueras un humorista de stand-up.”
- “Diseña una rúbrica de evaluación creada por un extraterrestre que no entiende a los humanos.”
- “Escribe una carta de amor a las matemáticas.”
El ejercicio busca perspectivas inesperadas, no respuestas “útiles”. Y, de paso, comprobar hasta dónde llega la imaginación compartida entre humanos y máquinas.
Veamos el resultado del primer ejemplo.
Respuesta de ChatGPT:

Respuesta de Deekseek:

Este juego aparentemente trivial esconde un trasfondo educativo interesante. Formular una pregunta “innecesariamente creativa” obliga a pensar de otra manera: hay que comprender bien el concepto original, buscar un tono y dar instrucciones precisas para que la IA entienda qué queremos. Es un ejercicio de escritura, de comunicación y de pensamiento crítico al mismo tiempo.
Además, permite ver cómo una idea puede transformarse cuando se filtra a través de otro lenguaje —el del humor, la metáfora o la ficción. No se trata solo de aprender contenido; se trata de aprender a mirarlo desde un ángulo nuevo.
Los resultados pueden ser deliciosamente insólitos. El extraterrestre que evalúa alumnos puede quedar horrorizado ante nuestro sistema educativo. Y la carta a las matemáticas puede acabar en un idilio con el número π, “tan infinitamente irracional como encantador”.
Estos textos sirven para sacudir la imaginación. Son un recordatorio de que aprender también puede hacer reír. Trabajar con una IA de esta manera ayuda a entender cómo funciona el lenguaje y cómo pensamos nosotros mismos. Las máquinas combinan ideas, pero somos nosotros quienes decidimos hacia dónde va la conversación. Eso convierte cada prompt en una especie de laboratorio de pensamiento creativo.
El juego de lo “innecesario” acaba siendo una exploración muy necesaria: enseña a hacer buenas preguntas, a mirar el conocimiento con curiosidad y a no tomar la tecnología como una autoridad, sino como una aliada.
Toma una pregunta real —puede ser sobre historia, ciencia o arte— y desafía a una herramienta de IAG a responder de una manera totalmente inesperada. Haz que hable como un pirata, un poeta, un perro sabio o una superheroína cansada.
Tal vez no obtengas la respuesta perfecta, pero descubrirás algo más interesante: una nueva forma de pensar con humor, de dialogar con la máquina y, sobre todo, de mantener viva la curiosidad.
La IA puede hacer muchas cosas, pero la capacidad de inventar juegos absurdos para aprender sigue siendo, por suerte, muy humana.
Imagen generada por el autor con Sora.
Esta obra tiene la licencia CC BY-NC-SA 4.0.




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